Levantarse en Valeria del Mar era un placer,entraba un delicioso olor a eucaliptus por la ventana,mas el olor del mar,daban una sensacion de paz increible.
Alberto se levantaba muy puntual para ir a trabajar,Elvira para cumplir con los quehaceres diarios,y yo estaba maravillada por todo lo que veia,lo que mas me divertia era la hora de darle de comer a los pollitos,cuando Elvira les tiraba la comida,estos emitian un sonido muy dulce y alegre.
Despues haciamos las compras, en el unico almacen que habia sobre la Av Espora,la principal avenida de Valeria del Mar.
Antes de que el sol caiga,Elvira regaba los arboles,y esperaba con ansias que Alberto regrese de su trabajo,ellos se querian mucho,y a mi tambien.
Con cara de cansancio pero orgulloso de su trabajo,Alberto regresaba a la casa.
Comiamos como una pequeña,pero gran familia,y temprano y sin mucho mas que hacer,nos hibamos a descansar.
A veces,solo a veces,Elvira me llevaba por las tardes a ver caer el sol frente al mar,ese recuerdo quedara grabado por siempre.
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